La mejor manera de amar el vino no es sólo saboreando relajadamente el producto final en una copa. Conocer sus raíces, la gestación de la uva en los viñedos, su recolección o el paciente reposo en las barricas forman parte de un ciclo que vale la pena descubrir con los cinco sentidos. Para ello, Vilafranca del Penedès, la Capital del Vino, ha puesto en marcha un nuevo producto enoturístico bautizado como ‘Camino del Vino’.
Se trata de un recorrido de 3,5 kilómetros, sencillo y con pendientes muy suaves, que parte de la Oficina de Turismo y conduce hasta la Torre de las Aguas. La ruta invita a un agradable y familiar paseo entre viñedos, a conocer cómo les afecta el paso de las horas y de las estaciones, a repirar el olor de la tierra y a percibir el rastro que la historia ha ido dejando en el paisaje.
Para ello, este ‘Camino del Vino’ ha establecido ocho estaciones o paradas interpretativas que ayudan a entender cómo generación tras generación ha aprendido este oficio y trabajado estas tierras; un itinerario que habla del paso del tiempo ligado a los hombres y a la naturaleza.
1–Barricas de Vino. Habla del vino de crianza, reserva o gran reserva, en función del tiempo de envejecimiento en barrica y, más tarde, en botella.
2–Reloj solar. Trata de explicar el ciclo de la viña, que se repite cada año: letargo invernal, llanto de la viña, salida de las hojas, floración, polinización y cuajado, envero, maduración, caída de las hojas… y regreso al letargo invernal.
3–Generaciones. De los íberos a los romanos, que ya cultivaban la viña en el Penedès, pasando por los siglos XVIII y XIX, en que se conviente en referente vinícola de Catalunya, o el siglo XX, cuando se instalan los primeros sistemas de control de temperatura.
4–La poda. Desde que se planta la viña hasta que empieza a producir pasan tres o cuatro años, en los que se realizan dos tipos de podas que conducen su crecimiento: en vaso, que le da aspecto de arbusto bajo; o emparrada, con palos e hilados, para mecanizar de la vendimia.
5–Barraca de viña. Servía para guardar las herramientas –azadas, podones, tijeras, sulfatadora…– con las que se realizaban antiguamente las labores en los viñedos. Hoy día, muchas de estas tareas se han mecanizado, con tractores y máquinas de cosechar.
6–Mundo rural/urbano. Muestra la convivencia de campo y ciudad. El paisaje del Penedès se ha ido modelando con masías entre viñedos y Vilafranca, la capital, ligadas con los caminos que unen ciudad y viña formando parte de una misma realidad.
7–La DO Penedès. Su ibicación geográfica –en una depresión prelitoral, entre la cordillera y el litoral– ha generado variados microclimas que, sumandos a la variedad de suelos, favorecen una producción de vinos rica y diversa.
8–Las cuatro estaciones. Generadoras de un paisaje repleto de matices cromáticos durante el año. En primavera, el verde tierno de los primeros brotes; en verano, el verde oscuro; en otoño los ocres y carmesís; y en invierno, la desnudez de la madera y el silencio.
Esta ruta concluye en la Torre de las Aguas, un lugar que, como explica el alcalde de Vilafranca, Pere Regull “todo el mundo conoce pero no todos saben qué se hacía. Por eso explicamos que por detrás de la torre pasa el río Foix, que esta torre tenía tres pisos más que en la actualidad y que desde allí se suministraba el agua a buena parte de Vilafranca. Un lugar que en un futuro hemos de convertir en un Centro de Interpretación del agua”.
El ‘Camino del Vino’, presentado y estrenado esta semana con la presencia de Octavi Bono, Director General de Turismo de Catalunya, es un “proyecto singular que combina campo y ciudad y que tiene muchas posibilidades en el ámbito turístico, cultural, de naturaleza, deportivo, de salud y educativo”, señala la Concejala de Turismo de Vilafranca, Dolors Rius.