Con esta cita de Cervantes, De Vinos quiere rendir su particular homenaje a este escritor en el 400 aniversario de su muerte. Considerado como el máximo representante de la literatura española y autor de la que ha sido para muchos expertos una de las mejores obras de la literatura mundial, Don Quijote, Cervantes fue un gran amante del buen vino.
Miguel de Cervantes fue propietario de 7 majuelos (viñas) en la comarca de La Sagra (Toledo) que le fueron entregados como parte de la dote matrimonial de su joven esposa, Catalina de Salazar y Palacios. Además, sus obras están salpicadas de numerosas alusiones al vino, tanto nacional como extranjero.
En varias de sus Novelas Ejemplares, como El Coloquio de los Perros, El Licenciado Vidriera y Persiles y Segismunda, habla de la fama que los vinos de Esquivias (Toledo), lugar de residencia de Cervantes durante algunos años, tenían en aquel momento. Pero no se limitaba solo a exponer referencias de los vinos locales; también encontramos menciones a vinos de otras regiones españolas como Andalucía, Extremadura, Galicia…Se dice que si vamos hilando las diferentes referencias a los vinos españoles en la obra de Cervantes, se podría recorrer la península de Norte a Sur.
Así, en el Licenciado Vidriera Aparecen los tres vinos más famosos de la sierra sevillana de Constantina: el Alanís, el Cazalla y el Guadalcanal. En su comedia La Entretenida, menciona también el Jerez. Respecto a los vinos de Castilla-La Mancha, aparecen citados vinos de Madrid (San Martín de Valdeiglesias), de La Sagra (Esquivias) y de La Mancha (Ciudad Real y La Membrilla). Tampoco se olvida de los vinos de Valdepeñas, de los vinos de Alaejos (Salamanca), Coca (Segovia) y Madrigal (Guadalajara). Del Norte se elogia el vino gallego de Ribadavia (Orense).
Su aprecio y conocimiento del vino llegó también a otros países, especialmente Italia. Es de especial interés este fragmento de El Licenciado Vidriera, donde describe los vinos italianos en una taberna de Génova:
“Allí conocieron la suavidad del Trebiano, el valor del Montefrascón, la fuerza del
Asperino, la generosidad de los dos griegos Candia y Soma; la grandeza del de
las Cinco Viñas, la dulzura y apacibilidad de la señora Guarnacha, la rusticidad
de la Chéntola, sin que entre todos estos señores osase parecer la bajeza del
Romanesco”.
Una curiosidad: todos estos vinos que aparecen en las obras de Cervantes, eran los llamados “vinos preciosos” es decir, vinos caros de calidad. Muy pocos taberneros tenían el privilegio de poder vender este tipo de vinos, por lo que en Madrid, por ejemplo, los taberneros del vino precioso no podían vender del barato ni al contrario. El número de taberneros de vino precioso era muy limitado en Madrid con el fin de controlar la calidad: solo ocho a principios del siglo XVII, una docena en 1612 y diez en 1631.
Agradecemos a Miguel de Cervantes este testimonio histórico a través del vino y esperamos continuar su legado con la misma intensidad.
“Se templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra”. Miguel de Cervantes (Don Quijote)