La división de vinos y cavas del grupo empresarial de la familia Suqué-Mateu invierte 30 millones de euros en un proyecto que persigue la excelencia de sus vinos y se propone llevar su marca y la DO Empordà a una posición de referencia tanto dentro como fuera de nuestro país.
Los arquitectos olotenses, premiados con el prestigioso Pritzker, han concebido un edificio singular, totalmente integrado en el entorno y pionero en Europa en términos de sostenibilidad.
Se prevé que las obras, que se pondrán en marcha este mismo mes de junio, finalicen en 2019. Las nuevas instalaciones ocuparán una superficie de 18.200 m2y tendrán una capacidad de producción que superará los dos millones de botellas de vino al año.
La decisión de construir una nueva bodega responde a los valores que han sido los pilares de la empresa desde los orígenes: la vocación de hacer grandes vinos de calidad y la convicción de apostar por la experimentación y la innovación. También es la culminación de una historia de amor que desde hace un siglo une la familia propietaria de la compañía y el Empordà.
El proceso de concepción de la nueva bodega dio comienzo cuando la familia Suqué-Mateu – propietarios de Perelada– confió en la intuición del estudio RCR y la pureza de su arquitectura, basada en el respeto por el paisaje preexistente y en priorizar la vertiente emocional y experiencial del espacio resultante. «Desde el principio, nuestro diálogo con RCR fue fluido y tuvimos la certeza de que algún día llegaríamos donde estamos ahora. El hecho de encontrarnos a punto de empezar las obras de lo que será una bodega pionera e innovadora es una ilusión y un orgullo, pero también una responsabilidad y un reto, no solo porque supone un gran salto adelante en la búsqueda de la excelencia en el vino sino también porque queremos situarnos a la vanguardia en arquitectura y sostenibilidad«, explica Javier Suqué, presidente de Perelada Vins i Caves.
El estudio olotense, integrado por Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta, ha ideado un proyecto guiado por la voluntad de integración plena en el entorno y de crear un edificio atemporal y, a la vez, dotado de una fuerte personalidad. La nueva bodega de Castell de Perelada entrará en funcionamiento en 2019 y pretende ser la primera de Europa en contar con la certificación ambiental y energética LEED® BD + C, un sello desarrollado por el US Green Building Council que acreditará la sostenibilidad y alta eficiencia de su diseño y construcción.
«Con la nueva bodega nos proponemos crear un edificio singular a partir de una arquitectura que se apoya en una concepción firme y global que busca conexiones entre el exterior y el interior y que permitirá conseguir una imagen única y propia que identificará tanto el proyecto como los vinos de Perelada«, afirma Rafael Aranda.
La proyección internacional de los vinos de Perelada y el despegue definitivo de la DO Empordà
Desde su fundación, la ambición de Perelada Vins i Caves ha sido reflejar la personalidad, la heterogeneidad y el enorme potencial vitivinícola de su tierra. El principal motivo del éxito de los vinos de Perelada, bodega líder de la DO Empordà, ha sido precisamente esta aspiración de sacar el máximo potencial del territorio donde se encuentra y sus condiciones geoclimáticas, consiguiendo una gama equilibrada y completa de vinos con un carácter muy definido que son capaces de transmitir desde la copa el paisaje que les ha visto nacer.
Como detallan desde la bodega, «en un área reducida de terreno, el Empordà concentra una variedad de suelos que se da en muy pocos lugares del mundo. Laderas de pizarra, valles de arena, sedimentos de origen fluvial, tierras ricas en limos y arcillas, suelos de grava… Tierras que han visto como varias civilizaciones cultivaban el arte del vino. Estos contrastes donde crecen nuestros viñedos permite a Perelada obtener una uva con una amplísima gama de matices.»
En las últimas décadas la tradición vitivinícola de Perelada se ha revitalizado incorporando la más moderna tecnología y dando una gran importancia a la experimentación. Sin embargo, la bodega de nueva construcción reforzará la apuesta de Perelada por los vinos de alto nivel y supondrá un impulso necesario para hacer de la DO Empordà una denominación de origen reconocida internacionalmente.
Una decidida apuesta por el territorio que hace realidad un sueño de tres generaciones
Perelada Vins i Caves nació en 1923, cuando Miquel Mateu adquirió el conjunto monumental del Castillo de Peralada, del siglo XIV, y revitalizó la tradicional industria vitivinícola del Empordà con la fundación de Perelada Vins i Caves en una cava donde la Edad Media ya se producía vino. Hoy, a poco más de cinco años de cumplir el centenario de su fundación, Perelada se encuentra en uno de los momentos más significativos de su historia, todo un hito para el que se considera la bodega con más peso en la DO Empordà.
Según Suqué «este ambicioso proyecto contribuirá a la proyección del patrimonio histórico, paisajístico y artístico de Peralada, convirtiéndolo en un destino de prestigio, y potenciará el enoturismo de excelencia en el Empordà, siendo capaz de atraer tanto los que son amantes del vino como los que no lo son, pero sí tienen una sensibilidad hacia la arquitectura, el diseño, la historia, la cultura, la ciencia…»
«Nuestro propósito es que la nueva bodega de Castell de Perelada se convierta en un referente tanto en Cataluña como fuera de nuestras fronteras. No sólo hará que el nombre de Perelada se consolide como sinónimo de la excelencia en el mundo del vino, sino que contribuirá a la proyección y el reconocimiento de la DO Empordà, que es todavía una DO emergente aunque con un gran potencial. Nuestro territorio tiene muchos condicionantes favorables: tiene turismo; una oferta gastronómica de primer nivel; un paisaje magnífico; una riqueza histórica y artística; una cultura del vino; bodegas como la nuestra, con ganas de hacer cosas bien hechas…” afirma el enólogo Delfí Sanahuja, director técnico de Perelada.
Un proyecto arquitectónico de excepción que crea un nuevo paisaje y trabaja al servicio de la cultura del vino
La nueva bodega, con un solo nivel de construcción, ocupará más de 18.200 m2 que, casi en su totalidad, serán de obra nueva. Se ubicará en una parcela contigua a “la Granja”, una edificación rural de aires palatinos proyectada en 1941 por Adolf Florensa –gran impulsor de la reforma del casco antiguo de Barcelona que se inició en los años veinte– y situada sobre una plataforma elevada unos 10 metros con respecto al resto de la parcela.
«Desde el principio tuvimos claro que queríamos reforzar el carácter del lugar y no entrar en conflicto con la obra existente. De esta manera, pensamos en una pieza que saliera de esta singularidad: completaremos este plano superior exterior obteniendo como resultado un nuevo paisaje, un suelo en movimiento sobre el terreno actual que, a través de la formalización en franjas, se entenderá como un volumen ligado a su topografía, quedando absolutamente integrado y alejándose de la idea convencional de edificio», relata Aranda. A partir del concepto propio de la Granja como mirador sobre el paisaje, la construcción aprovechará el desnivel, se elevará al muro que delimita la plataforma de la casa solariega y se prolongará hasta los límites definidos por los caminos, convirtiéndose en un talud que conectará los dos niveles que configuran el lugar. Es así como conseguiremos unos espacios con la superficie y el volumen necesarios, con una esmerada presencia exterior respetuosa con el paisaje.”
La concepción del espacio interior también supone un reto desde el punto de vista arquitectónico ya que la ausencia de pilares hará posible que una edificación de 18.200 metros cuadrados sea totalmente diáfana, lo cual favorecerá la secuencia lineal y sin interrupciones del flujo de trabajo, un aspecto primordial para los impulsores del proyecto. Otro rasgo relevante será el de las grandes entradas de luz que iluminarán naturalmente la totalidad de la nave.
Las nuevas instalaciones tendrán capacidad para dar entrada a 2.700.000 kg de uva y para producir cerca de 1.900.000 litros de vino y 2.240.000 botellas. Al mismo tiempo que la producción, la divulgación de la cultura del vino y la venta del producto adquirirán una gran importancia, convirtiendo la bodega en un equipamiento emblemático de interés enoturístico enfocado a degustaciones, visitas y oferta de ocio.
Así pues, en el marco del programa funcional compartirán estructura una gran nave y sus imponentes tinas con un espacio público para los visitantes. La bodega dará cabida a diferentes ambientes y ha sido diseñada para propiciar que su recorrido siga el flujo de trabajo, consiguiendo que durante la visita a Perelada se pueda apreciar con todo detalle el proceso de elaboración. En el área de producción se encontrarán tres bodegas diferenciadas: la de los vinos blancos y tintos, la de vino de fincas y la dedicada al vino de la finca Garbet y los vinos experimentales, donde todo el proceso tendrá un cariz más artesanal.
La primera bodega de vinos construida con la certificación LEED® BD+C de Europa
LEED® (Leadership in Energy & Environmental Design) es un sistema de certificación de edificios sostenibles, desarrollado por el U.S. Green Building Council, que se basa al incorporar en los proyectos aspectos relacionados con la eficiencia energética, el uso de energías alternativas, la mejora de la calidad ambiental interior, la eficiencia del consumo de agua, el desarrollo sostenible de los espacios exteriores y la selección de materiales. Esta certificación, de uso voluntario, tiene como objetivo avanzar en la utilización de estrategias que permitan una mejora global en el impacto medioambiental de la industria de la construcción.
El alcance de la certificación LEED® BD+C (Building Design and Construction) que pretende conseguir la nueva bodega de Perelada incluye el nuevo centro de producción, la rehabilitación de los edificios de “la Granja” y los exteriores de la parcela, con un cultivo de uva de dos hectáreas.
Hay que destacar que todo el diseño arquitectónico ha sido pensado para reducir el consumo energético del edificio. Tanto la bodega como “la Granja” contarán con un nivel elevado de aislamiento térmico. Además, los cimientos de la bodega se utilizarán para obtener energía geotérmica: los pilotos harán de intercambiadores térmicos con el terreno, lo que reducirá considerablemente los consumos energéticos de calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria.
Otro de los puntos clave del diseño sostenible del proyecto es la gestión del agua de lluvia mediante un depósito pluvial y una red de drenaje que facilita la infiltración del agua hacia el subsuelo dentro de la propia parcela, favoreciendo el ciclo hídrico natural y reduciendo tanto el consumo de agua potable como la saturación del alcantarillado y las depuradoras en caso de lluvia.
El planteamiento sostenible también está presente en los exteriores de la parcela, maximizando el espacio abierto con suelos permeables y de sombra con especies vegetales autóctonas o adaptadas al clima mediterráneo. El proyecto también incorpora criterios ambientales en cuestiones como la selección de materiales o la calidad del aire interior.