Como parte de la 53ª edición del curso Profesional de Sumiller de la Escuela Española de Cata, el pasado 26 de octubre se realizó una cata de vinos de bodegas pertenecientes a Grandes Pagos de España, dirigida por Isabel Salgado, Enóloga de Bodegas Fillaboa, experta y referente en la DO Rías Baixas.
Después de una introducción sobre el origen, características e implantación de la Asociación Grandes Pagos de España (GPE), pasamos a catar vinos de bodegas situadas por toda la geografía nacional, resaltando las diferentes influencias tanto climáticas (atlántica, mediterránea, altitud de parcela, tipos de suelo, etc) como de la elección de variedades y elaboración de los vinos.
Comenzamos, como no puede ser de otra manera con blancos: Fillaboa 2020, Albariño de remarcada influencia atlántica, con su aroma y sabor inigualable; pasando por la especificidad del Clos d’Agon Blanco de 2017, donde el coupage de viognier, marsanne y macusan le confiere una capacidad de guarda destacable; la sorpresa de un chardonnay de Albacete, viñedo situado a 1080 metros, Finca Élez Chardonnay sobre lías 2020, con su característico aroma, frescura y cuerpo que envuelve la boca; llegando a un blanco con larga crianza en madera propiedad de Arínzano Gran vino Blanco de 2017, más de 11 meses en Roble francés, donde la cata en copa oscura nos habría hecho pensar en un tinto. No podemos olvidar un blanco de Pedro Ximénez, zona Montilla Moriles, 3 Miradas Vino de Pueblo 2018, de bodegas Alvear, donde su estancia bajo velo de flor le confiere aromas y sabores característicos con una graduación de vino tranquilo (13%).
De los tintos se cataron desde un syrah de 2013, Calzadilla Allegro 2013, Pago Calzadilla, que aún mantenía fruta en boca. Un coupage de garnacha, cabernet sauvignon y tempranillo Cérvoles tinto 2018, una gran nariz plena de aromas característicos. La magia de la monastrell alicantina, Estrecho 2018 de Enrique Mendoza, los balsámicos, lácticos y fruta se integran con un resultado sorprendente. De Ribera de Duero, Alonso del Yerro 2016 junto a un Preludio Sei Solo 2018, donde cada uno expresa la diferente crianza y guarda en botella de manera magistral. Y como último tinto un excelente representante de la DO Toro, Numanthia 2016, que con sus 18 meses en barrica de roble francés, mantiene en perfecta armonía la madera con la fruta de la tinta de toro.
Como colofón catamos un fino de Bodegas Valdespino de Jerez, Fino Inocente, aromático para deleitarse en sus frutos secos, notas florales, madera noble…. Un disfrute.
*Texto y fotos: Pedro Carmelo García Martínez