Aunque Bodegas PradoRey se remonta a 1503, cuando el conde de Ribadeo vende la Finca Real Sitio de Ventosilla (Burgos) a la Reina Isabel La Católica, siempre ha tenido presente la innovación como uno de sus pilares principales. Después de pasar por diferentes manos, pertenecientes a la realeza, en 1921 la propiedad pasa a ser de titularidad particular, y se convierte en un modelo de explotación agrícola y ganadera.
Javier Cremades, el actual propietario, cumplió su sueño de fabricar sus propios vinos de calidad, recuperando cepas de más de cien años de antigüedad. La Finca Real Sitio de Ventosilla alberga ahora la bodega y los viñedos de PradoRey, en la Denominación de Origen Ribera del Duero. Además, recientemente han inaugurado una nueva bodega en la localidad de Rueda, donde fabrican sus vinos blancos.
A pesar de los siglos de antigüedad que arrastra PradoRey, la bodega ha ido evolucionando para adaptarse siempre a los tiempos, sin perder sus valores ni sus principales señas de identidad. Dentro de este marco, el cambio de imagen de sus vinos es algo que se han tomado muy en serio en sus procesos de evolución. Fernando Rodríguez de Rivera Cremades, director general de Bodegas PradoRey, nos explica con detalle la importancia de estos cambios y el porqué de los mismos.
-¿Por qué se toma la decisión de cambiar la imagen de un vino que ya está en el mercado?
En PRADOREY los cambios de imagen siempre han respondido hasta ahora a la necesidad de comunicar algo nuevo, no a un mero restyling. En el fondo, en un mundo tan competitivo como el actual, si no avanzas, retrocedes. Siempre hay que estar en permanente evolución, con inquietud de búsqueda para mejorar. Esta añada 2015 de PRADOREY supone un paso más, una pequeña revolución frente a lo realizado en añadas anteriores, aunque eso sí, sin perder el alma, la esencia y la personalidad propia tan característica de este vino.
-¿A qué responde esa necesidad?
PRADOREY comenzó en 2014 una revolución enológica de la que poco a poco vamos viendo los frutos. Enfoque en el terruño y en la uva, vuelta a lo natural y siempre con los valores y señas de identidad que nos hacen diferentes. Todo eso hay que comunicarlo, y una etiqueta dice mucho. Obviamente junto a ese cambio también se producen otros: página web, logo corporativo, cajas, etc.
-¿Cómo se inicia el proceso?
Se suele decir que una crisis siempre supone una buena oportunidad para el cambio. Nosotros, como casi todas las PYMES de este país, hemos sufrido en nuestras propias carnes la crudeza de una situación económica tan compleja como la vivida de un tiempo a esta parte. Como muchos, tal vez pensamos que el efecto de la misma sería coyuntural, que duraría más o menos, pero que volveríamos a los patrones de consumo anteriores a la crisis. Nada más lejos de la realidad. El sector está sufriendo una auténtica catarsis que obliga a replantearse todo tipo de estrategias para llegar a un nuevo consumidor que tiene unos hábitos de compra muy diferentes al cliente tradicional.
Preparar a una compañía para el cambio no es sencillo. Comienzas incluso planteándote quién eres y cuáles son tus valores, cultura corporativa y elementos diferenciales, los cuales sin lugar a dudas son tu ventaja competitiva. A partir de ahí trabajas en trasladar todo ello a una estrategia de empresa que engloba al producto y a la imagen dentro de un esquema mucho más grande. No sólo hay que cambiar, sino comunicar que lo has hecho.
-¿Quién realiza el nuevo diseño?
En este caso tenemos un muy buen equipo multidepartamental en bodega que trabaja conjuntamente, pero es marketing con el apoyo de comercial quién lidera el proceso. También se cuenta con una agencia creativa externa.
-¿Quién tiene que dar el visto bueno a ese diseño?
Hay un primer corte que lo hace Marketing con Comercial. Luego es el equipo al que antes hacía alusión, en el que se integra la Dirección General, quién finalmente valida los cambios. En algunas cuestiones críticas incluso interviene el Consejo de Administración.
-¿A qué material afecta?
Etiqueta, cápsula y caja. En algún otro vino incluso afectará a la botella.
-¿Cómo se realiza la transición de la antigua imagen a la nueva?
En algunos casos simplemente se ha esperado al cambio de añada. En otros vinos de ciclo más largo, ha sido un poco más brusco. No creemos que sea bueno que convivan diferentes imágenes en el mercado, así que cuando cambiamos de añada en PRADOREY Roble, iniciamos el cambio en el resto.
-¿Qué tipo de promoción se le da para que los consumidores no se despisten a la hora de encontrarlo en las tiendas con la nueva imagen?
Realmente no creemos que eso sea un problema, por cuanto la nueva imagen incorpora la marca de una forma mucho más visible, y en lo que se refiere al logo símbolo, nuestro famoso balcón, sigue siendo el mismo aunque un poco más “limpio”. Es decir, los consumidores percibirán el cambio, que en algunos vinos es un poco más radical, es cierto, pero pensamos que el vino es reconocible a todos los efectos.
-Los consumidores ¿suelen responder bien a este tipo de cambios?
En líneas generales sí. La imagen nueva está encantando, pero sobre todo, cuando indagas en los porqués, tienes la oportunidad de contar muchas cosas, de todo lo que hay detrás, en definitiva, que casi siempre lleva una historia de sueños y pasión. No sólo entras por los ojos, sino que también lo haces desde el punto de vista emocional.
-¿Las ventas de la marca no se resienten después de este tipo de cambio de imagen?
Al contrario. Refresca la imagen y permite llegar mejor a los consumidores.
-¿Cuánto tiempo lleva en el mercado la nueva imagen de Prado Rey Rosado?
Desde marzo de 2016.
-¿Tenéis previsto en la bodega emprender algún otro cambio próximo en la imagen de alguna otra marca?
Todos los vinos van a cambiar de imagen, y con los cambios, también verán la luz varios nuevos proyectos que hemos desarrollado estos años en secreto en bodega. Creo que vamos a sorprender.