Entre viñedos y productores de la Comunidad de Madrid

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Cuando pensamos en Madrid todos tenemos en la cabeza la imagen de la ciudad bulliciosa y cosmopolita que es, pero en esta comunidad autónoma también hay campo. Y este campo es bastante fértil, a juzgar por los buenos productos que crecen en él. Con este monográfico, compuesto por tres artículos, pretendemos profundizar en los vinos de Madrid y conocer a sus productores, analizando las dificultades con las que se encuentran y los proyectos de futuro que tienen entre manos.

Si ponemos el foco en los vinos de Madrid, parece que los primeros datos fiables de la existencia de una industria vinícola en este territorio datan del siglo XII. Se trata de una disputa por la posesión de un viñedo entre unos monjes y el señor feudal, que fue resuelta por el arbitraje del rey, concretamente en el término municipal de Pelayos de la Presa, actualmente en la subzona de San Martín de Valdeiglesias. La producción del vino fue cobrando importancia durante los siglos XIII y XIV, alcanzando los vinos de Madrid el siglo XV un prestigio importante. Con el paso del tiempo, los vinos de Madrid fueron ganando prestigio hasta llegar al Siglo de Oro, cuando Madrid es nombrada capital del reino. Durante el reinado de Felipe IV, alcanzaron mucha fama los vinos de Valdemoro, pero especialmente los de San Martín, Cadalso, Pelayos y Cebreros, que eran llamados “vinos preciosos”.

A principios del siglo XX hubo una plaga, la filoxera,  que arrasó prácticamente todo el viñedo, y la recuperación de este desastre no se notó hasta los años 50. Así, en la década de los 80 se produce una verdadera revolución en el sector vitivinícola nacional y comienzan a arrancar lo que ahora conocemos como Denominaciones de Origen.

La DO Vinos de Madrid

Esta denominación empieza a gestarse en 1982, pero no fue efectiva hasta finales de los años 90. Una Orden Ministerial con fecha 7 de marzo de 1983 reconoce con carácter provisional las denominaciones específicas de Arganda, Navalcarnero y San Martín de Valdeiglesias. En diciembre de 1983, la Consejería de Agricultura de la Comunidad Autónoma establece una sola denominación con tres subzonas y se inicia la formación del Consejo Regulador Provisional de la que se llamó “Denominación Específica Vinos de Madrid”. El Reglamento de la Denominación de Origen Vinos de Madrid, después de algunos ajustes y cambios, es por fin aprobado por Orden de la Consejería de Agricultura de la Comunidad Autónoma de Madrid el 17 de agosto de 1990 y ratificado por el Ministerio de Agricultura mediante Orden del 19 de noviembre de 1990.

Actualmente, la Denominación de Origen se encuentra en plena actividad después de más de 25 años de andadura. El sector vinícola madrileño está en auge y bien posicionado a nivel de exportaciones, sobre todo a China, EE.UU. y México.  Los vinos de Madrid se caracterizan por ser vinos jóvenes, agradables al paladar y elaborados con alto grado de innovación.

Los productores madrileños

El perfil de los productores de la Comunidad de Madrid ha ido variando con los años. En un primer momento jugaron un papel muy importante las cooperativas de viticultores, ya que contribuyeron al desarrollo local y supieron generar interés en torno a los viñedos y el vino. Pero alrededor de los años 90, con el boom inmobiliario, conservar el viñedo se convirtió en un acto casi heroico. Además de esto, el necesario relevo generacional no se producía en las cooperativas de la Comunidad de Madrid, lo que fue aprovechado por otras opciones de negocio vitivinícola.

Así, en los últimos años, las bodegas privadas han ido ganando terreno y poniéndose a la cabeza de la producción de los vinos de Madrid. Las necesidades a las que empuja el mercado actual en cuanto a competitividad, tecnología, marketing, etc, está haciendo que el modelo cooperativista tenga muchas dificultades para mantenerse a flote.

Según datos de la DO Vinos de Madrid y de la Unión de Cooperativas Agrarias Madrileña (UCAM), en 2015 había en el territorio de la comunidad un total de 47 bodegas acogidas a la Denominación de Origen. De éstas, 35 son bodegas privadas y tan solo 12 son Sociedades Agrarias de Transformación (S.A.T.) o Cooperativas.

Tabla-1

Sin embargo, si echamos un vistazo a las hectáreas de viñedo y al número de viticultores inscritos en el Registro de la Comunidad de Madrid en 2014, la mayor parte del viñedo está en manos de cooperativas o S.A.T. En concreto, 5.438.63 Ha pertenecen a producción de cooperativistas y menos de la mitad, 3080.36 Ha a bodegas particulares.

Y el mismo caso nos encontramos con los viticultores; el número de los que pertenecen a cooperativas está por encima del de bodegas privadas.

Tabla-2

Y, para hacernos una radiografía completa del panorama vitivinícola en la Comunidad de Madrid, es importante analizar los datos de la cosecha de 2015. De los 40.001,12 hectolitros producidos en las bodegas pertenecientes a la Denominación de Origen, tan solo una tercera parte, 10.368,85 Hl pertenecen a cooperativas mientras que el resto, 29.632,27 hl proceden de bodegas privadas de la zona.

Tabla-3

En conclusión, a pesar de que las cooperativas y S.A.T. de Madrid tienen más viñedos y más viticultores, su producción es mucho menor que la que están obteniendo las bodegas privadas. A la vista de todos estos datos, sería bueno que las cooperativas pudieran replantearse su sistema de gestión y valorasen sus necesidades para mantenerse competitivas y explotar todo el potencial que tienen. Actualmente, tanto el mercado vinícola como los consumidores son cada vez más exigentes y para poder seguir teniendo presencia en este entorno es necesario adaptarse y avanzar.

Algunas cooperativas de Madrid siguen luchando por mantenerse ahí, como Vinícola de Arganda Sociedad Cooperativa, que ha diversificado su oferta hacia el enoturismo asociándose a Madrid Rutas del Vino, además de seguir mejorando la calidad de sus vinos.

Independientemente de la forma jurídica que tenga la bodega, todos los vinos de Madrid gozan de una calidad extraordinaria y de una personalidad propia que es importante reconocer y apoyar.

En los dos siguientes artículos, que publicaremos próximamente, conoceremos de primera mano los dos perfiles mayoritarios de productores que existen en Madrid. Por un lado, las cooperativas de viticultores, y por otro, las bodegas privadas.

 

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