Vino y gastronomía se dan la mano en la Primera Cata Internacional de Café del Rey. Nueva Zelanda, Australia y Chile fueron los tres invitados de honor en este viaje gastronómico dirigido por un embajador español. Un evento que sirvió para abrir fronteras y preparar a nuestros sentidos hacia nuevos aromas, colores y sabores. Una oportunidad para comprobar la influencia del clima, la tierra y los productos autóctonos de cada país en la elaboración de sus vinos.
¿Se acabará el imperio del corcho en las bodegas de nuestro país? ¿sustituiremos las barricas por los chips de roble en la crianza de nuestros vinos? Dos grandes tendencias internacionales que difieren de la tradición española y que Irene Doña, nuestra guía de cata de Pernord Ricard, puso sobre la mesa. Pero ¿qué es mejor el corcho o la rosca?
¿la barrica o los chips? No hay ganadores en esta batalla simplemente dos maneras diferentes de entender la cosecha y la crianza.
La gastronomía tenía nombre, nuestro chef Jeremy Levy encontró los sabores internacionales idóneos para hacernos viajar con el paladar por los países protagonistas. Un menú ligado con cada nota de cata para experimentar en boca un baile de aromas exquisito.
Abrimos escena con Aura, un verdejo español que maridamos con el sabor del mar, un gambón con algas emulsionadas. Seguimos, con el frescor frutal del Casillero del Diablo Chardonnay que se entendía con un salmón acevichado con quinoa crujiente dejando la huella chilena.
Australia estaba representado en un solomillo de canguro con terciopelo de remolacha y ciruela texturizada para maridar con los frutos rojos que nos transmitía el Jaco’bs Creek Shiraz Cabernet. Y viajamos a las antípodas con el Brancott Estate Sauvignon Blanc sintiendo el dulzor de la fruta de la pasión acompañado de un cordero asado con
jugo de boniato en tierra de olivas.
Una completa experiencia para abrirnos al mundo y descubrir qué aromas se acentúan y caracterizan en cada país. Una cata internacional para degustar nuevas maneras de elaborar y conservar el vino, ninguna mejor o peor, porque para gustos no hay nada escrito.
