La recogida de la viura y el tempranillo blanco del entorno de Haro marca el inicio de la vendimia de 2017 en la bodega del Barrio de la Estación de Haro Gómez Cruzado en la DOCa. Rioja. En un año temprano, cálido y seco, el ciclo vegetativo ha estado marcado por la helada del 28 de abril, que ha reducido la producción en ciertas zonas de la región a más del 50 por ciento. En una añada más corta, y tras un verano de bajas precipitaciones, “las lluvias registradas en la última semana de agosto han permitido una etapa final de maduración equilibrada, más lenta, lo que ha mantenido la frescura de las uvas”, detalla Juan Antonio Leza, viticultor y tándem de David González al frente de Gómez Cruzado.
La viña presenta un estado sanitario y vegetativo excelente en los viejos majuelos de Rioja Alta y Alavesa, en zonas límites de cultivo, donde se asienta la producción de Gómez Cruzado. La bodega controla 55 hectáreas divididas en más de cien parcelas, viejos viñedos en vaso que conforman el paisaje tradicional de Rioja, en las áreas más altas donde es posible elaborar grandes vinos con apego al terruño. La vendimia se desarrollará selectivamente atendiendo al diferente estado de maduración sacarimétrica y fenólica en los tres terruños -tres microclimas y tres tipos de suelo- con los que trabaja la bodega: Alto Najerilla, Bajo Najerilla y Sierra Cantabria.
El primer tempranillo tinto que entrará a bodega es el de las viñas de Uruñuela, Cenicero, Huércanos y Torremontalvo (480-560 m de altitud), en la desembocadura del Najerilla en el río Ebro, en el área central de Rioja Alta. Se trata de una zona de suelos aluviales de canto rodado, algo más térmica, con notable influencia mediterránea. Los vinos elaborados poseen alta madurez y excelente capacidad de guarda.
A esta zona le seguirán las cotas más bajas de Lanciego, en Rioja Alavesa, en el entorno de los 400 metros de altitud. “La segunda semana iremos ganando en altura y pasaremos a las zonas más altas de la falda de la Sierra Cantabria y la Sonsierra, como parte alta de Lanciego, Samaniego, Leza y San Vicente, en torno a los 600-650 metros”, detalla Juan Antonio Leza. En esta zona mítica, de suelos pobres de composición arcillo-calcárea, las viejas cepas, donde es patente la influencia atlántica en el clima, proporcionan vinos con marcada tipicidad, frescor y elegancia.
En una última fase “se recogerán las uvas tintas de Haro y del valle del Alto Najerilla, en Rioja Alta, en tres semanas”, avanza. La zona más tardía es la del Alto Najerilla y sus Garnachas, cultivadas en un enclave situado en la Sierra de la Demanda. Viñedos en vaso, con una edad de más de 80 años, hincados en suelos rojos, arcillo-ferrosos, en laderas con orientación Norte, a una altitud aproximada de 740 metros, donde el clima dominante es el de pre-montaña, continental extremo. Las uvas obtenidas en estos viñedos destacan por su gran carácter frutal, ligereza y marcada acidez.